sábado, 30 de julio de 2011

Laberinto - Jorge Luis Borges

Zeus no podría desatar las redes
de piedra que me cercan. He olvidado
los hombres que antes fui; sigo el odiado
camino de monótonas paredes
que es mi destino. Rectas galerías
que se curvan en círculos secretos
al cabo de los años. Parapetos
que ha agrietado la usura de los días.
En el pálido polvo he descifrado
rastros que temo. El aire me ha traído
en las cóncavas tardes un bramido
o el eco de un bramido desolador.
Sé que en la sombra hay Otro, cuya suerte
es fatigar las largas soledades
que tejen y destejen este Hades
y ansiar mi sangre y devorar mi muerte.
Nos buscamos los dos. Ojala fuera
éste el último día de la espera.

Fragm. Aprendizaje o el Libro de los Placeres - Clarice Lispector



Y agregó simple:
-Te amo.
Ella lo miró con ojos oscurecidos, pero sus labios se estremecieron. Quedaron en silencio por un momento.
-Tus ojos -dijo él, cambiando totalmente de tono- son confusos pero tu boca tiene la pasión que hay en ti y de la que tú tienes miedo. Tu rostro, Lori, tiene un misterio de esfinge: descíframe o te devoro.
Ella se sorprendió de que también él hubiera notado lo que ella veía de sí misma en el espejo.
-Mi misterio es simple: no sé cómo estar viva.
-Es que tú sólo sabes, o sólo sabías, estar viva a través del dolor.
-Eso.
-¿Y no sabes cómo estar viva a través del placer?
-Casi ya lo sé. Era eso lo que te quería decir.
Hubo una larga pausa entre los dos. Quien ahora parecía emocionado era Ulises. Llamó al camarero, pidió otro whisky.
Después de que el camarero se alejara, él dijo en un tono de voz como si hubiera cambiado de tema y sin embargo el tema era el mismo:
-Pues yo tuve que pagar mi deuda de alegría a un mundo que muchas veces me fue hostil.
-Vivir –dijo ella en ese diálogo incrongruente en el que parecía entenderse-, vivir tan fuera de lo común que sólo vivo porque nací. Yo sé que cualquier persona diría lo mismo, pero el hecho es que soy yo quien lo está diciendo.
-¿Todavía no te has acostumbrado a vivir? –preguntó Ulises con intensa curiosidad.
-No.
-Entonces es perfecto. Eres la verdadera mujer para mí. Porque en mi aprendizaje falta alguien que me diga lo obvio con aire extraordinario. Lo obvio, Lori, es la verdad más difícil de ver –y para no hacer solemne la conversación agregó sonriendo- ya Sherlock Holmes lo sabía.
-Pero es triste ver solamente lo obvio como yo y encontrarlo raro. Es tan raro. De repente es como si abriera mi mano cerrada y dentro descubriera una piedra: un diamante irregular en estado bruto. Oh Dios, ya ni siquiera sé lo que estoy diciendo.
Permanecieron en silencio.
-Nunca había hablado tanto –dijo Lori.
-Conmigo hablará toda tu alma, aún en silencio. Yo hablaré un día mi alma toda, y no nos agotaremos porque el alma es infinita. Y además de eso tenemos dos cuerpos que serán para nosotros un placer alegre, mudo, profundo.
Lori, ante la sorpresa encantada de Ulises, se ruborizó.

martes, 26 de julio de 2011

Dedicatorias - Adrienne Rich


Sé que estás leyendo este poema
tarde, antes de dejar la oficina
esa de la intesa luz amarilla y la ventana en penumbras
en el cansancio de un edificio que se diluye en la quietud
mucho después de la hora pico. Sé que estás leyendo este poema
en una librería, de pie, lejos del mar
una tarde gris a inicios de la primavera, con débiles copos de nieve
llegados desde el enorme espacio de praderas que te rodean.
Sé que estás leyendo este poema
en un cuarto donde tuviste que tolerar demasiado
las sábanas se ven revueltas, paralizadas sobre la cama
y la valija abierta habla de un vuelo
pero no puedes partir todavía. Sé que estás leyendo este poema
mientras el subte pierde impulso y antes de correr
escaleras arriba
hacia una clase de amor desconocido
que tu vida aún nunca permitió.
Sé que estás leyendo este poema a la luz
del televisor donde imágenes sin sonido irrumpen y se suceden
mientras esperas noticias de la intifada.
Sé que estás leyendo este poema en una sala de espera
entre ojos conocidos y hostiles, llena de empatía con extraños.
Sé que estás leyendo este poema bajo una luz fluorescente
con el aburrimiento y la fatiga de los jóvenes excluidos,
que se excluyen a sí mismos de la vida con excesiva rapidez. Sé
que estás leyendo este poema con la vista que te falla, que gruesos
lentes agigantan estas letras hasta borrar todo sentido, y aun así
persistes porque el abecedario mismo es valioso.
Sé que estás leyendo este poema mientras esperas que en la cocina
se caliente la leche, con un niño que llora en tus brazos, un libro en la
mano
porque la vida es breve y tú también estás sedienta.
Sé que estás leyendo este poema escrito en un idioma que no es el tuyo
adivinando ciertas palabras mientras otras te fuerzan a seguir
y yo quiero saber cuáles son esas palabras.
Sé que estás leyendo este poema con el deseo de oír algo, desgarrada
entre la amargura y la esperanza.
como quien regresa una vez más a la tarea indispensable.
Sé que estás leyendo este poema porque no queda
ya nada que leer
ahí donde llegaste, desnuda como estás.

de An Atlas of the Difficul World, 1991
Traducción: María Negroni