miércoles, 10 de noviembre de 2010

Fragm. La Pasión según G.H. - Clarice Lispector


Miré el techo con ojos pesados. Todo se reducía ferozmente a no dar nunca el primer grito – un primer grito desencadena todos los otros, el primer grito al nacer desencadena una vida, si gritase despertaría a miles de seres gritantes que comenzarían sobre los tejados un coro de gritos y horror. Si gritase desencadenaría la existencia – ¿La existencia de qué?, la existencia del mundo. Con reverencia temía la existencia del mundo para mí.
Es que yo no estaba viéndome más, sólo estaba viendo. Toda una civilización que se había erguido, teniendo como garantía que se mezclase inmediatamente lo visto con lo sentido, toda una civilización que tiene como fundamente el salvarse –pues bien, yo estaba en sus escombros. De esa civilización sólo puede salir quien tiene como función especial el salir: a un científico le es dada la licencia, a un padre se le concede permiso. Pero no a una mujer que ni siquiera tiene las garantías de un título. Y yo huía, con malestar huía.

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